Sonata para un hombre bueno
Profesor José Merino del Río 12 de septiembre de 1949 - 08 de octubre de 2012 |
Ayer 08 de octubre, casi a medianoche, recibí un mensaje de texto que me causó profundo pesar, con la simple frase de "Rose, ¿viste lo de Merino?" tras la cual, sin más preguntas, supe que se había ido un gran hombre: el profesor José Merino del Río.
Instintivamente, y aún sabiendo que ya nunca lo leería, busqué su número en mi celular y le escribí un mensaje de texto (las cosas raras que tiene el dolor al amparo de la sorpresa y que debería uno decir de frente y en vida). Le puse:
"Profesor Merino, es Rosemary. Me acabo de enterar de que ya nunca más vamos a comentar los chascarrillos políticos pues sé que usted ya no alcanzará a leer este mensaje ni ningún otro. Pero quiero decirle, y esto no es ningún chascarrillo, que usted es un hombre bueno y que así lo recordaré siempre, porque creo que no existe mejor honor ni mayor mérito. Paz a sus restos, maestro."
Yo, que no creo en las casualidades, justo este fin de semana me topé por accidente con una película alemana que había visto hacía un tiempo y cuyo protagonista es justamente el anti-héroe per se debido a su oficio, pero resulta ser un héroe de gran corazón y de bajo perfil, con un sentido incorruptible de lo bueno y de lo justo.
Pensé entonces que, salvo el bajo perfil, todas esas características aplican perfectamente al profesor Merino (nunca, jamás, logré decirle don José). Era el anti-héroe per se de quienes buscan ejercer el poder bajo la mesa a cualquier nivel y de quienes creen que vivir cabizbajo y acatando es la receta para subir en la escalerilla.
Sin embargo, tras esa apariencia fuerte y furibunda de activista apasionado, estaba el hombre bondadoso, paciente y educado con quien tomarse un café en Ciencias Sociales se convertía en una tertulia larga y en la cual sobresalían sus consejos de que publicara lo que a veces escribo y de que la única forma de no decepcionarse (de la gente, de la política, de las estructuras de poder, etc.) era no esperar demasiado. "Hija, la clave es apasionarse sin esperar demasiado. Tristemente, hoy las palabras no valen casi nada.". Y cuánta razón tenía, en todo ámbito.
Por eso, ante la noticia de su partida, le dedico estas palabras de homenaje por haber sido un hombre de principios, coherente entre su discurso y su práctica, enemigo de cualquier tipo de tráfico, pero especialmente del de influencias o poder, fino en su humor y en su ironía, leal en sus ideas, claro en sus convicciones y amable en su trato. Gracias por el recorrido por las ideas latinoamericanas de Morazán, Rodó, Martí, Bolívar, Freire, cuya etiqueta internacional sigue siendo de "pensadores" y no de "filósofos" simplemente porque, como lo comentamos tantas veces, no escribían en inglés ni en alemán.
Aún debo terminar el texto del que hablamos la última vez que nos vimos, hace un año justamente, y, unida a esa deuda, prometo buscar publicar algo de lo que escribo y que usted siempre me pidió que compartiera. Entonces, comienzo con estas líneas dedicadas a usted, profesor Merino, y que he decidido llamar, como en la película alemana, "Sonata para un hombre bueno".
Hasta siempre.
Rose, gracias por estas bellas palabras para uno de los mejores seres humanos que he conocido. Realmente son tantas cosas que podríamos decir de José Merino que no sabría uno si siempre estará dicho todo. La emoción que me embarga por su prematura partida, no me permite expresar con claridad todo lo que pienso en estos momentos.Pero de verdad,que fue bueno tu escrito. Jorge E. Esquivel A.
ResponderEliminar