... está linda la mar
Ayer, mientras hacía la travesía de seis horas de ida hacia la frontera sur por la costanera, de repente ahí por Quebrada Ganado vi que por la ventana del bus se asomaba el litoral.
Entonces pensé justamente en eso. Al mar no le gusta exhibirse, no es nada pretencioso. Al contrario de la playa, a la que le encanta ser el centro de atención, el mar más bien no se deja ver tan fácil, porque se esconde tras capas de árboles que sólo desaparecen si alguien se las quita a la fuerza.
La playa necesita ser bonita para impactar, pues apela a la sensación, más que al sentimiento. El mar, no. Le basta con ser. Es majestuoso de pies a cabeza y a muchos nos basta con verlo un poquito o incluso de lejos para apreciar en silencio su belleza. Belleza que, más que incitar, enmudece.
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