Dos (o más) veces víctimas

Sobre la urgente necesidad de contar con pautas para el tratamiento informativo de la violencia de género

El domingo 06 de abril La Nación informaba en su sitio web del asesinato de una joven de 18 años a manos de un hombre que la nota identificaba como ex novio. No obstante y paradójicamente, el titular decía “Joven mata a novia por terminar relación”. Es decir, a pesar de que el supuesto móvil del crimen fue la finalización del vínculo y de que así se hacía constar tanto en el subtítulo como en el lead y en el cuerpo de la noticia, el título resucitaba el noviazgo.

Sin embargo, más allá del titular erróneo (pues a todas luces la relación había terminado y el asesino empleó justamente este final como leitmotiv para su crimen), son dos puntos específicos de la redacción de la nota donde se hace dolorosamente evidente la falta de un enfoque adecuado para el tratamiento informativo de la violencia contra las mujeres.

En primer lugar, el subtítulo de la nota decía “Víctima aceptó salir con su ex, quien la habría asfixiado en lote baldío cercano”. Aparte de la mencionada contradicción entre “novio” y “ex”, que en un hecho delictivo de la magnitud de un asesinato cobra particular importancia, el subtítulo parece querer enfatizar la voluntad de la persona asesinada a salir con su verdugo.

El uso de “aceptar” en la perífrasis que en español denota consentimiento o aprobación es funesto en la redacción de la nota porque, independientemente de si la salida se realizó de forma consensual, está claro que ella jamás dio su aval para que él la matara. Reportar que la víctima “aceptó salir” con su verdugo es poner énfasis en la decisión que tomó de conversar con alguien que así se lo solicitaba, probablemente la última decisión que tuvo oportunidad de tomar.

Luego, al hacerlo público de esa manera, se siembra una semilla en el imaginario colectivo de que ella murió porque aceptó la salida, cuando pudo haberla rechazado. Es decir, si se juzgara solo por el subtítulo de la nota, se tendría que la muchacha perdió la vida como consecuencia de una elección propia. Eso es falso. En materia de feminicidios, la muerte es la última manifestación visible del problema de violencia estructural y, reportarlo sin mención a esa causa, sólo reafirma otra forma de violencia que sufrimos las mujeres: la omisión sistemática.

En segundo lugar, el octavo párrafo de la nota afirma “…hace una semana la joven decidió terminarla con el argumento de que quería dedicarles más tiempo a los estudios (…)”. ¿“Con el argumento” = “so pretexto”? ¿Por qué no emplear el conector “porque” o “debido a”? “Con el argumento” introduce un elemento de duda que de nuevo resulta irrespetuoso pues cuestiona las motivaciones de la joven asesinada para terminar la relación. Aún peor, dada la prioridad a sus estudios confirmada por diversas personas allegadas a la muchacha, ¿por qué ponerla en duda ante los ojos de la opinión pública?

En contraste, ni esta primera nota ni las dos consiguientes en torno a este crimen (valga aclarar que la redacción de la primera estuvo a cargo de una persona distinta a las dos posteriores) enfocan la violencia de género como tema de derechos humanos. Lo anterior resulta crítico pues, al ser un problema estructural, el periodismo debe tomar una posición firme de cero tolerancia dada su implicación social directa en la formación de conciencia social sobre el problema. Después de todo, “lo que no se nombra, no existe”.   

Pero también lo que se nombra de forma equívoca, existe justamente de esa forma. La edición del jueves 10 de abril del Diario Extra coloca en su portada el titular “Amor lo lleva al suicidio” precedido del epígrafe (o “balazo”, como también se le llama) “Mata pareja”. Luego, al buscar la nota en el interior de la edición, el título es “Celoso ahorca pareja y se guinda de árbol”. Así, tanto el titular de la portada como el del interior de la edición utilizan estereotipos tradicionales en los cuales “el amor”, “los celos” y otros “arrebatos pasionales” se presentan como móviles o causas de la violencia, lo cual convierte a la víctima en causante, explícita o tácita, del hecho violento.

En contraste, los reportes de estos crímenes atroces deberían mencionar hacer claro el carácter estructural de la violencia contra las mujeres al abandonar dichos estereotipos y, en su lugar, adoptar un estilo de redacción que identifique al agresor sin justificarlo. Adicionalmente, la magnitud del fenómeno será visible si se incluyen estadísticas sobre las mujeres asesinadas en el año y la información cumplirá además función de defensa social si se señalan las leyes vigentes en la materia y las instancias a las que se puede acudir en caso de ser víctima y/o de conocer situaciones de violencia.

Lo anterior, como esfuerzo mínimo por erradicar la presentación de estas noticias como hechos aislados o sucesos repentinos, y no como consecuencias directas de violencia estructural contra las mujeres. Hacerlo de otra forma es no aportar a comprender la dimensión real del problema y, por el contrario, contribuir a legitimarlo.       

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