Mi Pintica
Pinta (2009 - 2016) Hace una semana, el 19 de abril, murió mi amiga Pinta. Mi perra querida, se me fue de la misma forma que llegó: sin mayor aviso ni preámbulo o aspaviento. El corazón se me hizo añicos desde entonces y hasta hoy escribo su esquela porque antes, francamente, no había sido capaz. Aún hoy, lo hago en medio de lágrimas porque la extraño - en casa todos la extrañamos porque la queríamos mucho - y aún no me hago a la idea de su partida. De ella aprendí mucho y estoy plenamente segura de que me dio - nos dio - mucho más de lo que nosotros le dimos. Nos dio cariño, amor y alegría de manera incondicional; nos enseñó que el amor no se gana con apariencias o poses sino con la esencia. Pintica vino sin que nadie se lo pidiera y dudamos en dejárnosla. Siete años y tres meses después, el día de su partida, estaba rodeada por tres adultos humanos - mi mamá, mi papá y yo - que la llorábamos destrozados al tocar por ultima vez su pelo suave para decirle adiós y cubrirle e