La muerte de un docente

 

Samuel Paty (1973-2020)

El pasado lunes 05 de octubre - hace apenas dos semanas - el profesor Samuel Paty organizó una lección sobre libertad de expresión en su clase de Cívica en el colegio de Bois d'Aulne de la comunidad Conflans-Sainte-Honorine situada a unos 30km al noroeste del centro de París. 

Como parte de la clase, cuya finalidad era propiciar el debate de ideas, el profesor Samuel Paty mostró a sus estudiantes dos imágenes del profeta Mahoma publicadas por el semanario Charlie Hebdo - cuyas caricaturas irreverentes habían provocado el atentado terrorista a dicha publicación en 2015 - pero, antes de hacerlo, dijo a sus estudiantes musulmanes que podían retirarse o voltearse si consideraban que este material era ofensivo. 

Al día siguiente, el padre musulmán de una estudiante que - paradójicamente- había estado ausente el día de la lección, empezó una campaña en redes sociales - Facebook y YouTube, específicamente - en la cual iracundo pedía que el profesor Paty fuera despedido por promover el odio - otra paradoja - al usar caricaturas que, en su opinión eran blasfemias y denigraban el Islam - aunque Paty las había usado en su clase de debate desde hacía cinco años para enseñar sobre libertad de expresión - y además daba la dirección exacta del colegio como incitación a la protesta y a la venganza. 

Ante la controversia y las amenazas telefónicas crecientes al colegio, el profesor Paty se reunió con la directora del colegio y un representante nacional de educación y juntos decidieron acudir a la policía para denunciar la situación pues incluso el padre islamista había acusado al profesor de distribuir "material pornográfico" en referencia a las caricaturas. 

Así, los días transcurrieron y "Monsieur Paty" procuraba volver a la normalidad de su trabajo docente hasta que el viernes 16 de octubre a eso de las 5pm al salir del colegio fue seguido por el terrorista Abdoullakh Anzorov, checheno de 18 años que había merodeado esa tarde alrededor de la escuela y pedido a estudiantes que le señalaran al profesor Paty y quien súbitamente lo hirió en torso, brazos y cabeza hasta decapitarlo en la vía pública mientras gritaba "Allahou Akbar!" ("Dios es grande", en árabe).

Tras el horripilante crimen, Anzorov fue cercado a 600m de la escena y visiblemente afectado abrió fuego contra la brigada policial que lo abatió de diez tiros en el sitio, no sin antes postear en Twitter una escalofriante imagen de la cabeza ensangrentada del profesor Paty con un mensaje dirigido al Presidente de Francia, Emmanuel Macron, que decía "En el nombre de Allah, el más piadoso, y a Macron, líder de los infieles, acabo de ejecutar a uno de sus malditos que se atrevió a irrespetar el nombre de Allah". 

Escena del crimen en la comunidad de Conflans-Saint-Honorine

Las reacciones al horror no se hicieron esperar y el propio Presidente Macron se hizo presente al colegio para declarar frente a su fachada - en la cual se leen claramente las palabras "Liberté - Egalité - Fraternité" como recordatorio de los valores republicanos que son la base misma de la democracia francesa y la médula de su sistema educativo - que Francia entera protegerá a sus docentes, los defenderá y les permitirá su trabajo que es el más bello de todos: formar ciudadanos libres.

En su discurso, el Presidente de Francia - considerada cuna de la democracia moderna por el impacto mundial de la Revolución de 1789 - dejó claro además que el atentado contra este docente y funcionario estatal representaba una afrenta directa a La República - principal valor francés - y un intento terrorista de llevar al oscurantismo a la sociedad de las luces donde los niños y los adolescentes son libres de creer o de no creer - en cualquier religión - pues la construcción de una ciudadanía libre es la batalla francesa por excelencia y la lucha existencial del pueblo galo.

"El oscurantismo y la violencia que lo acompaña, no triunfarán y no nos dividirán, que es lo que buscan.", declaró tajante el mandatario francés.

Seguidamente, el Ministro de Educación francés, congresistas y sindicatos educativos llamaron a repudiar este nuevo acto de horror en el que se asesinó a un docente por el simple hecho de hacer su trabajo de enseñar. Luego, ayer domingo 18 de octubre, multitudinarias marchas congregaron a decenas de miles de franceses que, llevando carteles en defensa de la libertad de expresión, de la profesión docente y de La República misma, salieron unidos a rechazar el avance del terrorismo en su Patria.

Cientos de flores fueron colocadas en el colegio de Bois d'Aulne tras el asesinato del profesor Paty.

Y es que precisamente esa lectura amplia es la que corresponde hacer cuando se suscita un crimen de odio, ya sea por un acto de terrorismo a manos de extremistas religiosos o por un acto de sexismo (un feminicidio), de racismo, de xenofobia, de homofobia o incluso de crueldad animal: que el acto no busca solamente exterminar a la víctima - es decir, acabar con su vida - sino y principalmente desea abatir aquello que la víctima representa; ese sujeto social, político y cultural que ella o él simboliza y cuya existencia es simplemente intolerable para el perpetrador del acto. Es, entonces, el punto máximo de la intolerancia: odiar al otro o a la otra por la simple razón de ser y por el hecho de existir.

Pero no nos engañemos a pensar que sólo estos extremos horroríficos representan intolerancia en la cotidianidad actual y que sólo mutilar la cabeza de hecho implica decapitar pues, si bien el hecho literal es impensable, vivimos en una sociedad que promueve el linchamiento ajeno y donde con frecuencia las redes sociales - esos circos romanos de nuestro tiempo - sirven para decapitar con sus llamados a "cancelar" - el famoso "Cancel Culture" - a quien se atreva a disentir del pensamiento único promovido por las élites - incluso por aquellas que dicen ser "pROgrE"- y/o a quien presuntamente "ofenda" la volátil e inmadura sensibilidad imperante que se vende a granel con el disfraz de la "corrección política" y que en la práctica opera como una suerte de Inquisición posmoderna.   

En concreto en el área educativa, quiénes somo docentes hemos visto y/o sufrido persecución por enseñar contenidos y/o usar métodos heterodoxos - en especial en un país tan conservador como Costa Rica - y entonces, una vez que se concreta su despido y/o renuncia forzosa, decimos coloquialmente que "A Fulanito o a Sutanita le cortaron la cabeza" sin pensar que podríamos ser los próximos en ser removidos por intentar enseñar libremente y uniéndonos más bien a las voces de censura en aras de parecer "buenos" - muy distinto de "correctos" - y de desmarcarnos de cualquier rastro de librepensamiento pues en nuestra Patria obediente es pecado disentir, oponerse, denunciar y protestar.  

Que nos quede claro entonces, a partir de este hecho nefasto en Francia, la próxima vez que usemos dicha expresión que, en la vorágine de horror de este despiadado 2020, dicha expresión ya pasó de lo figurativo a lo literal y que nuestra ligereza al usarla y al unirnos sin problema al eterno dedo acusador (en nuestra familia, comunidad, trabajo y redes digitales), nos retrata de pies a cabeza como felices integrantes del extremismo intolerante que tanto afirmamos repudiar y combatir. 

Descanse en paz, profesor Paty. 

Decenas de miles de ciudadanos franceses se manifestaron en la Plaza de la República en honor al profesor asesinado y en repudio a la violencia terrorista este domingo 18 de octubre.

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