Las barbas en remojo

Innegable. Punto. 

Tiempos de Mundial y oportunidad única para ver al hombre más guapo del mundo, especialmente para quienes no lo vemos en la Liga porque apoyamos más al equipo de Cataluña. Pero, hélo aquí. El vasco (¡qué vasco!) Xabi Alonso. Mandíbula cuadrada como hecha con escuadra y, para cerrar con broche de oro (o de cobre), barba cerrada roja. Ayúdeme a decir. Nada de caras infladas lampiñas ni entradas dramáticas estilo rotonda del CATIE. Qué tipo más guapo, sin duda es el hombre más guapo del mundo. Ojo, no el más atractivo (porque ahí entran otras cosas) pero sí el más guapo.

Fue un placer mostrar académica y elegantemente, por medio de una ponencia que además inicia un debate y aporta al conocimiento, lo infinitamente patán que se puede ser, mientras se lleva vestido de oveja.

Sobre la urgente necesidad de contar con pautas para el tratamiento informativo de la violencia de género El domingo 06 de abril La Nación informaba en su sitio web del asesinato de una joven de 18 años a manos de un hombre que la nota identificaba como ex novio. No obstante y paradójicamente, el titular decía “ Joven mata a novia por terminar relación ”. Es decir, a pesar de que el supuesto móvil del crimen fue la finalización del vínculo y de que así se hacía constar tanto en el subtítulo como en el lead y en el cuerpo de la noticia, el título resucitaba el noviazgo. Sin embargo, más allá del titular erróneo (pues a todas luces la relación había terminado y el asesino empleó justamente este final como leitmotiv para su crimen), son dos puntos específicos de la redacción de la nota donde se hace dolorosamente evidente la falta de un enfoque adecuado para el tratamiento informativo de la violencia contra las mujeres. En primer lugar, el subtítulo de la nota decía “ Víctima...

El blues del cobarde  que tira la piedra y esconde la mano, el son del "pendejo" que actúa bravucón en aras del ego pero,  al menor viento de adversidad,  recoge las naves y sale corriendo.   Jajaja. Cómo cambian las versiones, cómo se miente, cómo se ajusta el ímpetu inicial a las regañizas institucionales, a las gomas morales (las famosas "moralinas") y, peor aún, cómo todo eso se viste de gala bajo la alcahuetería del aplauso ajeno. Claro, aplauso ladino y servilista. Ya se ha dicho mucho y esto sólo lo reafirma: lo personal y lo profesional no se separan. Y la cobardía en una dimensión, es buen indicio predictor de la cobardía en otras. Amén.