Cambio y fuera




Febrero 2011. Hace un año tuvimos elecciones nacionales y, quienes resultaron electos, ya tienen nueve meses (toda una gesta) en el poder. Por ello, y porque este mes ha sido particularmente alarmante en materia institucional del país, me propuse recoger algunos cortos (cuasi cortos circuitos) que nos deja el mes que ya prácticamente termina.

En primer lugar, propios y extraños hemos terminado de constatar que el Estado costarricense está herido de gravedad. Esta tesis, defendida por quienes lamentamos la muerte del Estado solidario a manos del Estado privatizador, se afianza con la escabrosa confirmación de que la división de poderes en Costa Rica descansa en paz.

Y no es que estemos descubriendo el agua tibia, pues desde el fallo de la Sala Constitucional en 2003 en materia de reelección (a pesar de haber emitido criterio desfavorable en 2001), quedamos todos enterados de que, sin importar la esfera, “el que paga la música, manda el baile”. Sin embargo, lo que no había salido tan a la luz como ahora, era que la música la pagan con la plata de todos, por lo que es aún más corrupto que sólo dos chanchos gordos controlen el baile y la función de títeres, si la plata de la que se valen para eso la han “chuleado” de todos.

Entonces, comienza el cinismo. Decir que el telefonazo 1 (a Tijerino) fue una llamada de rigor “como la que cualquier ciudadano haría al enfrentar un potencial proceso judicial” es sinónimo de abofetear a la gente de este país. Doña Viviana Martín, triste dueña de algunas de las declaraciones más pobres que recuerde la vida política del país, se dejó decir semejante  sandez (junto con otra sobre “papi y mami”) para intentar disculpar lo legal y moralmente inaceptable.

Luego, llevar al personaje “tele-potente” a oficiar su desagravio en la Asamblea Legislativa, que debería ser la casa del pueblo y de la cual hace poco echaron a empujones a nuestros indígenas, es la escupa en la cara que acompaña a la bofetada anterior. ¿Qué se han creído? ¿Acaso ser veterano del clientelismo y del tráfico de influencias es pasaporte para utilizar las instalaciones de gobierno con fines personales?

Porque hasta donde sé, este doncito no detenta ningún cargo público en la actualidad y, por tanto y en buena teoría, es un costarricense más y como tal debe ser tratado. Total, a él nunca nadie lo ha elegido para nada, pues jamás ha tenido un puesto de voto popular, así que las reverencias que le hacen sus lacayos deberían guardarlas para el ámbitos privado (“cevichitos con cerveza”, diría el otro lacayazo pasado de libras y corto de dignidad). A ustedes dos, Viviana Martín y  Víctor Víquez, vale la pena recordarles que es mejor morir de pie que vivir de rodillas (o de cuatro patas).

Luego, para que no falte, el otro telefonazo célebre es a la Procuradora, y ella lo atiende rauda y veloz, pues bien que había llamado en octubre para garantizarse la reelección en el cargo. Qué grave, la abogada del Estado tiene precio y, como yo siempre digo, lo terrible de revelar el precio que uno vale, es encontrar quien pueda pagarlo. Y lo duda que lo encontró. He ahí el fin de la honorabilidad en el cargo y, en este caso, incluso el de la moralidad propia.

Hasta dio lástima verla tratar de hacerse la digna en su comparecencia en la Asamblea, con una expresión mezcla de miedo y vergüenza. Incluso dijo que sus llamaditas se encontraban en el límite de la ética. Qué triste, como quien dice “Ando como en el límite de la decencia, pero diay…” Ya nos podemos imaginar la credibilidad y legitimidad que, en adelante, inspirará.

Y mientras todo esto ocurre (sumémosle por favor las declaraciones del legislador Pinto sobre “darle de comer a los indios” como pretexto para el fraude en las elecciones municipales y otros sainetes penosos), ¿han notado que hay un nombre que no se menciona? Una ausencia que, al menos yo, no me esperaba tan evidente desde el principio.

“Laura no está, Laura se fue…” dice la canción y ocurre en Costa Rica. Todo pasa y deja de pasar, y de ella no se ve nada de nada. Le vimos el humo, por la incursión tan gris, cuando pidió el paquetazo tributario como pomada canaria para curar el déficit fiscal. ¿Y eso? En campaña nunca dijo ni “a” del asunto y, por el contrario, presumía de las finanzas estatales tan saludables que le dejaba su mentor. Recuerdo perfectamente la frase “Pusimos a Costa Rica a caminar” como eslogan de batalla, pero parece que lo que no habían dicho era si de rodillas o sobre clavos de hierro.

Luego, desaparecida. Ida. Por ahí vimos a don Marco Vargas (pobre, tiene cara sufrida como de asistente en una correccional juvenil) pedir a SUS diputados (qué crítico) que mermaran sus “expresiones de cariño” hacia los Arias y “le pusieran más cuidado” al Ejecutivo. ¿Habráse visto antes cosa igual? “Pecao”, diría mi mamá.

¿Y ella? Nada. Cero comentarios en torno al escándalo de corrupción.  Pero, ¡zas! De pronto un gran acto público para firmar el plato de babas más caro que conozco: “POLSEPAZ”. Este fiasco, tan poco innovador como pomposo, nos alarma aún más, pues la doña parece expropiada de su formación y hasta de su experiencia.

Si no, ¿cómo es posible que una consultora experta en seguridad, como es ella, pretenda que un recopilado de consultas sea un plan operativo? ¿Cómo explicar que alguien con una Maestría en Políticas Públicas de la Universidad de Georgetown no sepa diferenciar una carta de intenciones / pliego de peticiones de un plan operacionalizable y medible?

Yo recuerdo, recién electa, aquellas encerronas que se daba con todo el gabinete en el INCAE. Planificación estratégica para arriba y abajo. ¿Y entonces? ¿Este desaguisado con qué se come? ¿Hacer un diagnóstico más (y tan caro, nada más calculemos los honorarios de los facilitadores para cada taller de consulta) sobre un problema que ya desde la campaña (2009) se sabía que era la prioridad indiscutible en las percepciones de los costarricenses? Qué va, aquí algo pasa.

Luego, otro gazapo. Hablar de plan fiscal y de la urgencia de recortar gastos, pero reactivar un Ministerio que ella misma había considerado innecesario hace nueve meses. Dice que usa la plaza que dejó vacante la ilustre Goyenaga (para que nadie hable de aumento del gasto) y con esa excusa revive la figura del Ministerio de Comunicación. Raro, ¿ah? Disque para que la ciudadanía no tenga la noción de que no se está haciendo nada. Mmm. ¿No será que lo nombra para ver si logra jalarle el aire a la fracción y a todos los demás esbirros de los Arias, a ver si de una vez por todas le dan pelota en algo?

Además, mueve irrelevantes piezas directas de la piñata electoral, tales como la hasta entonces viceministra de Planificación, otrora secretaria de la juventud liberacionista e importación directa de las tiendas verdiblancas de Palmares por cortesía de Johnny Araya (con cero experiencia en la función pública antes de este gobierno). Ah, pues ahora la nombró viceministra del Ministerio sin cartera de Descentralización. ¡Alabao! Y ya la comenzó a llevar de gira de pueblo en pueblo (debutó en Guanacaste), para foguearla y endulzar a las multitudes con la “machita palmareña”.

En resumen, algo pasa y es muy evidente. Irse de pique, creo que le llaman. Quienes votaron por esta administración deben estar, cuando menos, desconcertados. Les inauguraron hasta trillos de muerte (también conocidos como “Autopistas del Sol”) para engatusarlos a votar, les cantaron la canción de la seguridad ciudadana, la letanía de la red nacional de cuido y la retahíla de las pensiones del régimen no contributivo y mordieron el anzuelo. Y ahora tienen en funcia un espectáculo dantesco de corrupción y obscenidad política (la campaña del hermano del jeque inició el mismo día de la toma de poder de la predilecta) sin precedentes.

Cuidado y no, por ahí del 2013 (año electoral), doña Laura nos comunique en cadena nacional que delega funciones en su banquero mano derecha porque sus deberes de esposa la llaman a cuidar de su esposo octogenario. Ojo, no sería de extrañar, porque Rómulo y Remo son capaces de presionarla con cualquier excusa con tal de que les quede libre la cancha para ganar las “elecciones".

¿Y los que no votamos por ella? Ya lo dije antes, hace un año exactamente, nos llevó candanga en domingo siete (07 de febrero de 2010). No queda más que organizarnos para pellizcar a los pocos engañados que sigan creyendo en los artífices de esta debacle y apoyar a quienes están ejerciendo una labor destacable de control político en el amplio frente de la Asamblea Legislativa.

Cambio y fuera, señores corruptos y gobierno inútil. ¡Cambio y fuera! 

Rosemary Castro Solano
Politóloga y educadora
http://lasbarbasen remojo.blogspot.com  

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