Tómelo como un cumplido


Rosemary Castro Solano*
Magistrado Fernando Cruz Castro
Don Fernando, no lo conozco pero conozco su trabajo y, déjeme decirle que - esto de hoy - usted debe tomarlo como un cumplido, porque lo es. El no haber sido reelecto en su cargo de magistrado de la Sala Constitucional es la factura que le cobran por ser un hombre recto, probo, independiente de criterio y por no tener precio. Así que, tómelo como un cumplido, porque lo es.

Vea, además, que las cosas se toman de quién vienen. ¿Y de quién vienen? ¿Quiénes son los que no lo mancharon con sus votos malolientes por putrefactos? Bueno, los mismos que tienen en la silla presidencial del directorio legislativo a un ex convicto por el delito de estafa, al que pusieron ahí de marioneta para manosear las comisiones legislativas, sin pensar que - por una misma consulta salida de la madriguera oficialista al tribunal del que usted hacía parte hasta hace unas horas - el tiro les iba a salir francamente por la culata.

Los mismos que quisieron ofender la memoria de un patriota muerto al abandonar el plenario durante la reseña de su vida, sin saber que no estar presentes era cómo realmente halagaban su memoria. Sí, esos mismos que apenas entraron buscaron subirse el sueldo so pretexto de que no les alcanzaba para comprar “chuicas” nuevos. Los que se gritan “chuchinga” para desviar la atención de su total falta de capacidad y decencia. Los “mismiticos” que instalaron a un evasor del fisco que pagará “en el tiempo de Dios” como cabeza de la Comisión de Derechos Humanos. Esos mismos.

Entonces, ¿de qué ofenderse? ¿Por qué lamentarse? Que a uno lo rechacen torpes de baja monta y aún más baja moral - premiados en la piñata política precisamente por tener un precio tan fácil de pagar - es francamente un halago. Decía Séneca que “lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad” y en su caso esta máxima se cumple a la perfección. Su noción de patria y su calidad moral, unidas a su conocimiento experto de la ley, lo hicieron oponerse a fallos que benefician los intereses de unos pocos por encima de la norma constitucional y del bien común. Y, por ello, muchos de nosotros le damos las gracias.

Su carrera de 40 años en el Poder Judicial, sus votos ejemplares como magistrado del tribunal constitucional y su resistencia a los tentáculos infinitos que mueven los hilos de la vida política de este país son las medallas que se lleva usted al cuello. Parece que su no reelección es hasta una especie de ofrenda de las plebes politiqueras expertas en pegar banderas y en orquestar chorizos en mesas de tragos. Una ofrenda dedicada a los dictadorzuelos de quinta que quieren perpetuarse como momias en el poder mientras exprimen todas las riquezas de nuestra tierra.

Así que, de nuevo, tómelo como un cumplido. “Salados” nosotros de nuevo. Los que siempre votamos a perder y, aún así, nos toca que nos representen semejantes sinvergüenzas como los que hoy se sintieron grandes de no reelegirlo. Pobrecitos, porque son la encarnación misma de aquella frase que dice que “la ignorancia es atrevidísima”. Y, si se embarra de corrupción, vemos cómo la ignorancia se vuelve todo un monstruo de osadía.

Entonces, gracias por su labor honesta y por su carrera sin mancha. Se va usted y perdemos todos nosotros. Pero, de nuevo, siéntase halagado porque estos corruptos lo han condecorado de la mejor forma al repudiarlo por honesto.

*Politóloga y educadora. http://lasbarbasenremojo.blogspot.com

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