Elecciones en clave histórica


Breve advertencia de lectura: si viene a esta publicación para buscar ecos de los vítores oficialistas y resaca del triunfo de la burguesía intelectual y de la aporofobia, le quedo mal. Tan mal como nos queda el gobierno que sale y el equilibrio mediático y discursivo en la campaña concluida ayer.

Ahora sí, comencemos.

Las elecciones nos han dejado lecciones de historia, sin duda alguna. Vayamos entonces en retrospectiva para revisar cómo nuestra cultura política nos paseó por dos mil años para terminar - como lo hacen los queridos perros - echándose igual después de dar un tren de vueltas.

En primer lugar, la campaña electoral 2018 se sirvió del viejo y útil truco de crear un enemigo externo de proporciones épicas para imponer sus intereses. El tal monstruo en este caso se trata de darle categoría titánica a las amenazas del contendiente que más aventajado vaya en las encuestas y atribuirle a este un poder supernatural para cambiar el maravilloso "buen vivir" del que gozamos actualmente. Así, quien resultó electo se coló a segunda ronda no sólo en hombros de las minorías privilegiadas - cuyos intereses claramente representa - sino también por medio de ataques sistemáticos al ogro paria de Juan Diego Castro, a quién dirigió la mayoría de sus preguntas y ataques en los debates de ese primer momento.

Posteriormente, en la segunda ronda y ya en modo de "duelo del Oeste", la divisa que se define como progresista, humanista, intelectual, meritocrática - es decir, los que huelen rico y se jactan de saber que Habermas no es un supermercado sino un filósofo - no dudó en usar la retórica del miedo, los ataques personales, el periodismo a sueldo, los blogueros prepago y otras joyas para asegurarse de que esa periferia pobre, descalza y de mala ortografía no fuera a imponer su decisión por encima del límpido Valle Central y sus arietes del Olimpo. Ronny Chávez y sus ataques a la Negrita más la falta de títulos del otro candidato - hello, don Pepe y don Luis Alberto: dicen los PAClovers que ustedes eran monumentos ambulantes a la ignorancia - fueron respectivamente la cabeza, las piernas y los brazos del monstruo paria, y el truquito funcionó perfecto, como en los tiempos del "Red Scare" gringo donde todo se movía con sólo mencionar  "comunismo".

Una segunda referencia histórica viene cuando se decidió hacerle ojitos al fascismo para pintarle al electorado que el Estado costarricense no posee un sistema de contrapesos - hello, Sala Constitucional: vendieron la idea de que ustedes no existen; aunque bueno, con el tirito ese de pasarlo todo por la CIDH para ningunearlos, ya estamos cerca - ante cualquier exceso radical y fundamentalista que hubiera querido darse. Ah, pecado: hay gente que en campaña cree que el jefe del Poder Ejecutivo (o sea, la cabeza del Gobierno) es omnipotente y no tiene frenos institucionales pero luego, cuando el inútil de turno no logra hacer nada, le salen con el cuento de que el país es ingobernable debido a la maraña de instituciones que "no dejan actuar".  Cosa curiosa que omitan decir que para lo que en efecto no existen contrapesos - o no existían, porque la señora Fiscala General Emilia Navas representa un cambio - es para la robadera de fondos públicos y para los amiguismos del tráfico de influencias. 

En tercer lugar, estos comicios nos subrayaron la innegable herencia española y el hecho de que, tras haber sido provincia de la corona católica de Castilla y Aragón, no nos molesta para nada que nos roben. Es más, hasta lo vemos normal y natural. El famoso dicho tico de "Hay que robar poquito" o "Me los comí en confites" (versión actualizada sería "Me los comí en tamales bañados con lágrimas") que hasta entre risas se cuenta como si fuera orgullo nacional.

En una cuarta parada histórica, las elecciones se pusieron renacentistas porque probaron que si usted controla la academia, los medios de comunicación y la farándula, usted puede estar hasta citado por el Ministerio Público que igual gana en las urnas. Doble puntaje si controla universidades de financiamiento estatal y sus medios de difusión usan recursos para ayudarle en campaña. Esta paradita en particular me deja muy preocupada porque en la colada de ese híbrido universiPAC - como lo llama don Luis Mata Guillén  - se fueron muchos activistas y representantes de movimientos sociales que parecen haberle dado un cheque en blanco al gobierno al estilo Frente Amplio con doña Patricia Mora bailando en la tarima con los mismísimos autores de la estafa al TSE y del Cementazo.

Valga eso sí un reconocimiento para los movimientos y las causas que no se dejaron ni asustar con el monstruo ni seducir con el cuento del amor (amor propio, será). Dos de ellas porque simplemente estuvieron totalmente ausentes del debate, invisibles como siempre: la causa indígena y la causa de la discapacidad. Ambas representantes de la diversidad que nunca se menciona pues la única que se incluye en los discursos amorosos es la diversidad que - como dice mi amiga geógrafa de Palmares - no requiere nada del otro pues no representa ningún esfuerzo social más que "dejar hacer y dejar pasar".

La otra causa que no sucumbió a la tromba narrativa de "Votá para que sigamos nosotros al mando, vieras que es por vos y por Costa Rica" fue la causa ambientalista, herida de muerte por la insistencia del gobierno de permitir la pesca de arrastre, por ver la tala que ha implicado la ola de construcción neoliberal en el campus central del girasol y estupefacta por la plétora de permisos que SETENA ha dado por igual a piñeras que explotan sitios arquelógicos en las orillas del Térraba y a incontables proyectos de condominios en torre por todo el Valle Central (cerradita de ojo también para las munis que sueltan los permisos como dar besos al viento, en especial para esas que se dicen super ecológicas por poner un bicicarril pero luego ponen la manita para firmar todos y cada uno de los proyectos de estas desarrolladoras inmobiliarias).

Como no hay quinto malo, la cultura política decidió también darnos una paradita por la Edad Media al refrescarnos que la religión sigue siendo vehículo central de control social y que hasta (o especialmente) quienes claman por extinguirla, la usaron para sembrar el pánico con amenazas a la Negrita que le pararon la peluca al grueso poblacional y lo hicieron olvidar de dónde había venido el memorándum del SINART que prohibía, entre otras cosas, llamarla de ese modo y/o decirle "patrona costarricense".

Y, por último - pa'que no nos falte- y para llegar hasta los mismísimos tiempos de Jesús, las votaciones de ayer nos recordaron también nuestra herencia romana de dejarnos enardecer y asustar con falsos profetas mientras nos saquean las arcas en la cara.

Este truquito, más el circo romano orquestado en Twitter y las múltiples resurrecciones políticas que hemos visto en últimas días, dejan claro que para la próxima no hay que leer ningún plan de gobierno ni media entrevista: con una enciclopedia y un poquito de ojo agudo, terminaremos "adivinando" quién es el próximo ungido.

Comentarios

  1. Gracias por dar tu punto de vista de lo sucedido en esta campaña electoral, provechosa lectura. Saludos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El espejismo de los partidos cantonales: el caso de Curridabat

Las alas valientes de mi madre

"El puente" - Carlos Salazar Herrera