"Fractura" política en Restauración Nacional: cuando separarse no implica romper

RN / NR: No toda separación es ruptura

Este martes 23 el ambiente político nacional se vio (¿fuertemente?) removido por la noticia de que el partido Restauración Nacional - prima donna de las pasadas elecciones a la luz del criterio consultivo de la CIDH - básicamente se partía en dos.

Es decir, el ex diputado y ex candidato Fabricio Alvarado se "marcha" a hacer casa aparte y, con él, se van también siete congresistas (de los 14 electos por Restauración Nacional) que ahora conformarían un bloque que se supone independiente.

La noticia - que probablemente no sorprendió a nadie en realidad - no pudo tener un peor momento: en plena discusión del Plan Fiscal al que la hasta entonces fracción de Restauración Nacional se había opuesto y cuando el país más requiere centrar los debates en la salud financiera del Estado, la cual - para el Ejecutivo - pareciera solamente ser capaz de responder a dosis intravenosas de nuevos impuestos.

Luego, el mensaje de Restauración Nacional y de Nueva República - nombre escogido para el nuevo partido formado por su fracción disidente - parece claro: primero está el partido (y bien partido) y luego el interés nacional pues no somos capaces siquiera de posponer nuestras "broncas" hasta que se sepa qué va ocurrir con el paquete de impuestos, la colocación de bonos y el recorte de gastos, entre otros.

Cabe entonces preguntarse por qué no se pudo esperar. ¿Qué factor detonante motiva a separarse ahora, justo cuando su cuota de poder legislativo es más visible? Del lado de quiénes se fueron se habla de falta de oportunidades a lo interno de la estructura partidaria, lo que - aunque puede ser cierto - parece demasiado abstracto como para arder ahora en este momento concreto.

Por su parte, quiénes se quedan - básicamente el diputado Avendaño y otros congresistas de la línea dura religiosa - afirman que la salida obedece más bien a un tema de salud financiera y no a nivel país sino en relación con las cuentas del partido ante el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) e incluso afirman que ya la autoridad electoral se apresta a elevar a la Fiscalía las denuncias de una estructura paralela de finanzas en torno a la candidatura de Fabricio Alvarado.

En cualquier caso, el pronóstico es reservado y ya deja como primeras víctimas a los cientos de miles de electores - principalmente de las provincias periféricas - que les confiaron su voto y que merecen ser más respetadas/os.

¿Proyecciones? La naciente agrupación Nueva República buscará hacerse con algunas municipalidades en los comicios locales de febrero 2020 y probablemente lo logre, sin que esto represente - como puede confirmarlo el Partido Nueva Generación (PNG) - mayor peso en la contienda electoral nacional de 2022.

Mientras tanto, el remanente de Restauración Nacional tratará de sobrevivir - tarea difícil pues con mucha suerte logrará tener una diputación en 2022, al estilo del lamentable desplome que tuvo el Frente Amplio en 2018 - y aunque se queda con el dinero de la deuda política, esto puede resultar más bien una especie de maldición que los condene a un escrutinio severo del cual difícilmente saldrán ilesos.

Eso sí, por el momento parece haber un ganador del río revuelto pues a nivel de estrategia esta es una gran jugada de Fabricio Alvarado quien, de la noche a la mañana, sale de la tumba política para convertirse en interlocutor directo (y actualmente necesario) de su antiguo adversario.

Esto es, por una movida que más parece operar bajo un modelo de franquicia, dejó de ser "ex (diputado y candidato)"; y pasó a ser el actual presidente y fundador de un partido político con 7 (y posiblemente 9 ó 10, si aumentan las disidencias) diputados.

Ya lo dice el refrán, ¿no es cierto? "En río revuelto, ganancia de pescadores".

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