Plaza, ¿pública y diversa?

Plaza de la Diversidad Austeridad

Por definición entendemos que una plaza es un espacio público y descubierto (abierto, transparente) el cual funge como especie de salón urbano a cuyo alrededor se yerguen las edificaciones más representativas de la comunidad. De esta forma, las plazas recogen en sí mismas varias funciones simbólicas: desde albergar monumentos hasta celebrar en ellas rituales religiosos, políticos, etc.

Esto es, desde la civilización grecorromana - donde, en contraste con los pueblos llamados bárbaros, la dimensión pública cobró especial valor - el ágora griega y el foro romano centralizaron las actividades comerciales, políticas y religiosas y, en dicha esfera de influencia, la tradición se extiende hasta nuestros días. Para muestra, el recién debutado y auto-denominado "Gobierno del Bicentenario" en Costa Rica rompió con la tradición de comenzar su período en el Estadio Nacional y, en su lugar, optó por asumir el mando en la Plaza de la Democracia.

Hoy, a la luz de las recientes revelaciones de la prensa en torno al hecho de que la futura Plaza de la Diversidad de la Universidad Nacional (UNA) le cuesta al país la bicoca de $14.5 millones en tiempos de crisis, no queda más que preguntarnos si dicha inauguración del nuevo gobierno del Partido Acción Ciudadana (PAC) en una plaza se habrá tratado de una coincidencia o más bien del debut de un nuevo simbolismo partidario, toda vez que a la cabeza de la UNA se encuentra un fundador del partido, ex diputado y quien literalmente habla al oído a los dos mandatarios electos por dicha agrupación política.

Así, pareciera que la millonaria plaza no se trata solamente de un nuevo y lujoso espacio de convergencia dentro del campus herediano sino de una verdadera plataforma que, blindada bajo un nombre a prueba de toda bala, constituye una paradoja en sí misma pues parece hablar de una diversidad uniforme en hedonismo y divorciada de la equidad y de la conciencia social; una diversidad desprovista de su naturaleza inclusiva que se deja transformar en un fin en sí misma
para movilizar botines políticos dentro y fuera de la vida universitaria; una diversidad selectiva que cierra los ojos a todas las demás realidades. Es decir, un muy penoso (y costoso) oxímoron.

Pero, ¿son estas ambigüedades nuevas en el repertorio del oficialismo? ¿Es de extrañarse que se impongan impuestos a garrotazos para gravar la Canasta Básica Alimentaria – sin importar con cuál porcentaje – cuando los oasis financieros internos siguen gastando a manos llenas? A estas alturas, ¿a alguien sorprenden estas muestras de cinismo pacsiano en el ejercicio de la función pública? ¿Acaso no son estos mismos los creadores de cascarones discursivos repletos de simbolismos al mejor postor tales como llegar en bicicleta al traspaso de poderes mientras se busca dar rienda suelta a la pesca de arrastre? ¿No son estos los que compran aviones en tiempos de crisis que hasta publicitan en cadenas televisivas? ¿Son otros los que hablan de inversión social responsable y luego dan cientos de millones a hermanos de Ministras en ejercicio so pretexto de haber ganado cualquier premio sin mayor relevancia o significado para el deporte nacional?

Lo que pasa es que, actualmente, la herida supura más profundamente y el hedor es aún más nauseabundo porque venimos de cuatro semanas (y contando) de huelga nacional porque el gobierno no ve otro modo de "solventar" el déficit fiscal que socarle la faja a la población mientras el cincho de la evasión y del gasto público siguen igual de holgados y, aunque incluso se cegó una vida durante las protestas – tragedia que Zapote parece haber barrido debajo de la alfombra – el mandatario ha tenido el desparpajo de no dar la cara en semanas para luego salir a vanagloriarse de que él, "un muchacho de 38 años", había (presuntamente) derrotado al monstruo sindical en la contienda.

Lástima que omita mencionar al muchacho (quién sí lo era) limonense asesinado durante la resistencia y que también "olvide" reconocer que toda su experiencia laboral en sus 38 años ha sido con el partido que hoy lo tiene en el trono por lo que en realidad no es casual que maneje con relativa facilidad el arte de escalar la pirámide de egos e influencias, incluso si para hacerlo debe trepar en hombros ajenos o recurrir a escenarios manipulados que a cualquier otro hundirían en la vergüenza.

Entonces, volviendo a la plaza en cuestión y habiendo recordado (someramente) lo histriónico que se concibe el ejercicio del poder en las aceras del partido de gobierno, no debería extrañarnos que una universidad gobernada por la carga pesada de su divisa prefiera construir plazas que invertir en nuevas sedes o ampliar drásticamente la cobertura de becas con énfasis en una política afirmativa para las poblaciones tradicionalmente excluidas que encarnarían de forma más consecuente y responsable cualquier esfuerzo por diversificar e incluir.

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