Parábola de la Primera Dama

Publicado originalmente en LaRevista.cr el 07 de diciembre de 2018


Desde que el año pasado la opinión pública francesa se le fue encima (merecida y masivamente) a Emmanuel Macron por querer que la esposa, Brigitte Macron, fungiera como Primera Dama – cuando en Francia esa figura nunca ha existido y no es vista PARA NADA un avance – pensé que, si el próximo gobierno en Costa Rica era realmente progresista, entre sus primeros cambios estaría eliminar la figura pues no sólo es importación gringa sino claro vestigio patriarcal (por favor, consiste en acceder a un “puesto” por estar casada con alguien), y además carece de funciones y presupuesto al no existir en el ordenamiento.

No obstante, como sabemos, eso no ocurrió y, por el contrario, no sólo se explotó la figura desde la campaña de segunda ronda (narrativas de amor colegial, fotos de rodillas con velo y corona, imágenes del baby shower) sino que ahora es parte crucial del engranaje de relaciones públicas y hasta se envía a la señora a representarnos en actos oficiales en el extranjero.



Para muestra: días atrás doña Claudia representó a Costa Rica en la llamada “toma de protesta” (el incumbente declinó llamarla “toma de posesión”) del nuevo Presidente de México pues, a pesar del peso histórico de la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder y de la importancia geopolítica de México para Centroamérica, su esposo declinó ir (probablemente para quedarse a supervisar la nueva campaña de manipulación identitaria dirigida a millennials y centennials y que les cuenta la historia patria como si fuera hecha por quienes muy convenientemente ahora deciden subrayarla). Mmm.

Y he ahí el punto. Porque mientras aquí mandamos a la “Primera Dama” en viaje oficial, Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del nuevo presidente mexicano e periodista, investigadora y escritora especializada en Cultura, no sólo rechaza el “cargo” sino que pide suprimir la figura y desiste de participar en el gobierno incluso en forma honorífica.



Qué cosas. Y lo más paradójico es ver a doña Claudia – cuyo “cargo” se deriva exclusivamente de su vínculo – tomarse fotos como representante oficial costarricense junto a doña Beatriz, quien – teniendo ese mismo vínculo y siendo una década mayor – pidió eliminar esa figura por considerarla sexista e innecesaria.


Qué “congojón”. De verdad que las poses siempre caen por sí mismas.

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