Postal navideña


Lugar: Automercado San José. Hora: 6:45pm (aproximadamente). Día: 24 de diciembre de 2011.

Estaba en la caja para pagar un vino y unos chocolates que iba a regalar cuando, como de costumbre, me fijé en lo que llevaba quien seguía después de mí. Era un mini cartón de huevos (de esos que traen cuatro), una leche Dos Pinos (de las que dicen LECHE en colores), unas tales "Bimbo tostadas" y una bolsita de natilla.

Por reflejo, inmediatamente me fijé en quien era el comprador de aquel futuro desayuno de 25 de diciembre. Resultó ser un señor ya canoso, bajito, con gorra y con su chaleco fosforescente de cuidador de carros, que estaba efectivo en mano (menudo en mano, para decir las cosas por su nombre), ya listo para pagar.

Entonces pensé que, fuera de esas burbujas comerciales llamadas malles y del frenesí de tarjetazos navideños, aún queda gente cuya preocupación (por circunstancia o por decisión) el veinticuatro de diciembre en la noche es la misma de otros días: tener el cafecito de la mañana y con qué tomárselo. Amén.

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